Aptitud combinatoria general y específica en chile habanero, para potencial de rendimiento y resistencia a (Phytophtora capsici)
Protocolo de investigación
Versión aceptada
Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro
Saltillo Coahuila. Mexico
La producción mundial de chile en el año 2014 fue de 36, 143,113 t entre frescos y secos; la producción de frescos constituye cerca del 89.4 % del total, la cual equivale a 32, 324,345 t (FAOSTAT, 2014). Dentro de las especies cultivadas de chile, Capsicum chinense es una de las más ampliamente conocida y de mucha importancia económica, ya que se considera uno de los chiles más picosos y aromáticos, presentando una distribución mundial, siendo Estados Unidos y Canadá los principales consumidores (Ruiz et al, 2011). Se cree que Capsicum chinense es originario de América del Sur, de donde fue introducido a Cuba, aunque en la isla no se siembra ni se consume. De ahí se cree que fue traído a la Península de Yucatán (Laborde y Pozo 1982). Siendo el habanero uno de los de mayor importancia socioeconómica en la península de Yucatán, ocupando el segundo lugar como cultivo hortícola por su amplio consumo, alta redituabilidad y gran demanda de mano de obra (Ruiz et al, 2011).
En el 2015 en México, se sembraron alrededor de 795.04 ha de chile habanero, con un rendimiento promedio de 10.68 toneladas por hectárea y un volumen de producción de 8,323.50 t. El estado de Yucatán tuvo una producción de 2166.37 toneladas con un promedio de 9.9 t ha-1(SIAP, 2015).
Como cualquier cultivo agrícola, el cultivo de chile puede ser atacado por una diversidad de patógenos, siendo la enfermedad conocida como Marchitez o Secadera causada por el complejo Phytophthora capsici, Fusarium spp, Rhizoctonia y Pythium spp la de mayor importancia dentro de las enfermedades causadas por hongos (Velásquez et al., 2001). De este complejo, la infección causada por P. capsici es particularmente importante porque la planta atacada se vuelve vulnerable a ser invadida por otros patógenos (Moran et al, 2010).
Las pérdidas en la producción pueden llegar a ser considerables y el control químico y cultural no ha sido suficiente para controlar el problema (Moran et al, 2010). Además suben los costos de producción y son tratamientos riesgosos para la salud, por lo que el uso de materiales resistentes es una simple y efectiva estrategia (Truong et al., 2012), pues el uso de variedades resistentes a las diferentes enfermedades es el método más seguro y eficiente de combatir a las enfermedades (Van der Plank, 1986)
Estudiantes
Investigadores