Características, historia y evolución de los equinos en México
Tesis de licenciatura
Versión publicada
Digital
Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro
Saltillo, Coahuila, México
Ningún ser, salvo quizá el perro, tiene tanto significado para el hombre como el caballo. Ninguno tiene una influencia tan profunda en la vida humana, especialmente en México. La historia del caballo al servicio del hombre ha estado vinculada desde tiempos inmemoriales, al proceso de evolución económica y social de los pueblos, al inicio el valor del caballo sólo se resumía en la conveniencia de obtener con facilidad comida, vestido y combustible, pero esto no fue por mucho tiempo, ya que asumió un papel de mayor importancia al servir como medio de transporte, comunicación y, sobre todo, de conquista. Acompañante insustituible de los conquistadores, lo mismo en el Imperio Romano -siglos antes de la era cristiana- que, en la conquista y colonización de la Nueva España, con el transcurrir de los años su uso fue evolucionando, arrastraron cargamentos de piedra y madera con el fin de construir pueblos y ciudades, araron la tierra y llevaron el alimento; también, transportaron carbón, hierro y mercancías de toda clase, iniciando con ello nuevas industrias que dieron origen al comercio. (Baron,1981).
Muchos y muy grandes son los servicios que ha prestado el caballo al hombre desde el inicio de su relación: tanto en tiempos de guerra como en los de paz ha enriquecido nuestros días con su firme lealtad, hasta llegar a ser en nuestro tiempo parte indispensable del entorno social, cultural y deportivo de la humanidad. En la actualidad se emplea para tracción, transporte, fines militares, empresas agrícolas y comerciales, producción de carne y recreo, proporcionando esta última función, mucho placer a un sin número de personas en varias partes del mundo. (Bovileb, 1979).
En nuestro país, ha estado presente desde la Conquista hasta nuestros días, lo mismo en los escenarios de la Independencia y la Revolución, que, en el campo, la charrería y el hipismo, es innegable la trascendencia que tiene este animal ejemplar y de su papel en el desarrollo histórico de nuestro país, así como su contribución del enriquecimiento cultural de México. (Campabadal,1985).
Hace 60 millones de años, un poco después de la extinción masiva de los dinosaurios, se inició el proceso evolutivo del caballo moderno. Los historiadores están de acuerdo en que al principio el caballo tenía cinco dedos; que éstos a través del tiempo fueron desapareciendo hasta evolucionar como en la actualidad, que solo tienen uno, por eso se le llama mono dáctilo (solípedo). (Bush, 1996).
La primera evidencia evolutiva del caballo fue encontrada en Wisconsin en 1867, se trata de un esqueleto casi completo al que se denominaría Eohippus, cuyo origen se estima en 60 millones de años; el segundo testimonio evolutivo es el llamado Mesohippus, el siguiente eslabón de la cadena evolutiva es el Merychippus, el cual vivió hace 20 millones de años y se considera que fue un animal con mayor parecido al caballo (Equus); su sucesor, el Pliohippus quien vivió hace catorce millones de años, es considerado como antecesor directo y prototipo del Eqqus actual, además de ser el ancestro del caballo "verdadero" (Equus caballus) lo fue también de otras especies cercanas, como las cebras, los burros y el asno asiático. (Buxade, 1996).
Las evidencias fósiles señalan que fue en América donde se originó el Equus, cuando todavía existían puentes naturales que la unían con Asia y de ahí, durante un millón de años, estuvieron saliendo migraciones que originaron cuatro especies en el Viejo Mundo. Con los primeros equinos traídos por Cristóbal Colón a las Islas de las Antillas, se probó la eficacia de estos animales como arma de guerra y muy especialmente como instrumento psicológico que provocaba terror. La introducción de caballos en el México Colonial comenzó inmediatamente después de la caída de Tenochtitlan, la adquisición sólo podía efectuarse en Cuba y otras islas antillanas donde operaban los únicos criaderos en el continente americano, en donde, en tierra firme, alcanzaban precios exorbitantes. Debido a ello, los caballos fueron un símbolo de estatus social, privilegio de ricos, situación que fue modificándose poco a poco, conforme aumentaban en número. (Cabrera, 1945).
Durante el virreinato existía la prohibición, por parte de los peninsulares, de que el indígena montara a caballo, no obstante, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, todo aquel que podía adquirir un caballo podía montarlo libremente, sin restricciones oficiales, el uso del caballo se extendió rápidamente a lo largo del entonces enorme territorio mexicano, volviéndose indispensable como medio de transporte y en numerosas actividades cotidianas tanto del medio urbano como del rural. Al incrementarse el comercio, surgieron las diligencias que muy pronto surcaron todos los rincones del país, el servicio de correos fue un ejemplo de puntualidad y eficiencia, así como la incorporación del caballo a las haciendas en donde todo el mundo montaba, no sólo durante las horas de trabajo, sino también en paseos, ferias y otras diversiones., (Campabadal,1998).
Se ha descrito, y con razón, que la Revolución mexicana se hizo por ferrocarril y a caballo. El ejército de aquella época, al iniciarse la Revolución, constaba aproximadamente de 30 mil hombres, de los cuales 23 mil pertenecían a tropas combatientes, en cuanto a la caballería, una de las armas más importantes, en el ejército federal existía un número considerable de regimientos entre los que podemos citar al cuerpo de rurales, escuadrón de gendarmes del ejército, el cuerpo irregular auxiliar y el escuadrón de guardia presidencial. Tanto para los revolucionarios como para los federales, el medio de locomoción y de combate utilizado fue el caballo, del cual había excelentes criaderos en el norte del país., (Ensminger, 1969).
La charrería nace de la actividad rutinaria efectuada por los hombres de a caballo en el campo. Con la finalidad de establecer un control sobre los animales se realizaban herraderos, que consistían en marcar el ganado con hierro candente, estos tenían lugar en corrales y toriles y eran objeto de gran algarabía por parte de los ejecutantes, caporales o peones, quienes esperaban ansiosamente esos acontecimientos que se convertían en una gran fiesta de la hacienda. Dichos corrales fueron justamente los antecesores del lienzo charro. Una vez afianzado el arte de la charrería, se creó la primera Asociación Nacional de Charros en 1921, quien impulsó desde sus inicios la charrería de todo el país
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